jueves, 23 de octubre de 2008

Miedo


La oscuridad se cernía sobre sus cabezas y parecía acecharlos como el lobo que observa a su presa segundos antes de abalanzarse ferozmente sobre ella. Ellos la contemplaban a su vez, cogidos de la mano y completamente inmóviles por el miedo que paralizaba todos y cada uno de sus músculos.

Durante unos momentos, ella miró hacia atrás y en sus ojos brilló la calidez de la luz del hogar que contrastaba intensamente con el paisaje que tenían por delante. Dirigió entonces hacia él su mirada con la esperanza de hacerlo cambiar de opinión y así poder abandonar aquella peligrosa misión que nunca creyó que pudiesen realizar con éxito.

Pero cuando las pupilas de él se posaron en las suyas, la profunda conexión que les unía no hizo necesario el uso de palabras y supo de inmediato que ya no había marcha atrás: en sus ojos, leía el mismo terror que ella sentía recorrer cada milímetro su cuerpo, pero también la profunda determinación de quien no se dejará vencer tan fácilmente.

Juntos, miraron de nuevo al frente, donde las sombras parecían moverse y conspirar contra ellos en la negrura. Se hallaban en la boca de un pasadizo largo y angosto y, a pesar de que tan sólo unos metros les separaban de su ansiado destino, los peligros que les aguardaban por el camino frenaban todos sus impulsos de adentrarse en las tinieblas.

Finalmente, fue ella la que se decidió a dar unos pasos en un intento de demostrarle a él y a ella misma su valentía, hasta entonces escondida en algún recoveco de su mente. Él la siguió, guiado por su mano, pero pronto los dos se detuvieron al oír un ruido extraño. Parecía el viento pero, ¿realmente lo era? ¿No sería alguna criatura de la noche, esperando a que se le acercaran para atacarles con toda la furia de la que era capaz?

Tragando saliva él y respirando entrecortadamente ella, se apretaron las manos dispuestos a seguir adelante… Pero entonces oyeron una voz a sus espaldas que les llamaba.

Su madre, anunciando que la cena estaba lista, había aplazado, una vez más, su terrorífico pero inevitable encuentro con el Monstruo del Pasillo.

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