miércoles, 20 de febrero de 2008

Placer y dolor


La vibración de los altavoces amenazaba con acabar en una repentina pero inevitable caída hasta el suelo. La atmósfera estaba cargada y el aire olía a rancio debido a la falta de ventilación. La habitación se sumergía lentamente en las tinieblas, pero hacía días ya que me habían cortado la luz por falta de pago. Pero nada de eso me importaba.

Estaba a punto de iniciar el ritual tantas veces repetido a lo largo de los últimos meses. Tenía ya la goma en su sitio y todo estaba listo, sólo quedaba apoyar la aguja en el pequeño punto marcado sobre la superficie de mi piel y empujar. No me hacía falta mucha luz para saber exactamente dónde se encontraba. Y entonces todo se sucedería con la rigurosa precisión que siempre me fascinaba.

Me gustaba notar el pequeño escalofrío de excitación al sentir la punzada de dolor de la aguja atravesando mi piel, demostrando que mis terminaciones nerviosas funcionaban a la perfección. Dolor justo antes de la llegada del placer, la combinación perfecta.

La disminución de la presión me decía que la aguja había atravesado la pared de la vena y que era el momento de comprimir el pequeño émbolo lentamente y dejar que el líquido introducido recorriera todo mi sistema circulatorio.

Y entonces cerrar los ojos y caer…

Caer lentamente hasta el suelo y atravesarlo y seguir cayendo más y más y lentamente, en una espiral de oscuridad que poco a poco se va iluminando de todos los colores inimaginables. Y sentir como los colores me atraviesan y entonces los colores son yo; yo soy rojo, amarillo y naranja, soy azul, blanco y todas las combinaciones posibles y brillo con luz propia. Noto el calor de la luz que desprende mi cuerpo y que ilumina todo el universo a mi alrededor.

Y el universo está formado por palabras en lugar de nubes que flotan y yo floto entre ellas, y de vez en cuando se acumulan y caen sus letras poco a poco hacia el suelo, y yo caigo con ellas. Pero el suelo no llega nunca, porque las letras forman palabras y a las palabras se las lleva el viento, y yo quedo suspendida en el aire, en medio de la nada. Pero la nada de repente es un todo y mi cuerpo se desintegra y los átomos que me componen se alejan para formar parte de todo lo que me rodea.

No tengo cuerpo, pero yo siento cosquillas por todas partes y tengo ganas de reír, y río y estoy feliz porque todo es maravilloso. Todos me quieren y yo los quiero a todos y todos quieren tocarme y besarme y me dicen lo alucinante que soy y yo les abrazo y les beso. Y el mundo es perfecto y todos ríen conmigo y sólo se oye el sonido de nuestras risas y nos queremos tanto que nos fundimos en un abrazo interminable.

Pero luego despierto y recorro el piso y no estás, y la felicidad escapa de mi cuerpo en forma de pequeñas lágrimas saladas.

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