viernes, 21 de marzo de 2008

Puzzle


No hace mucho leí algo que comparaba a las personas con las piezas de un puzzle. Todos somos como piezas de puzzle, decía, y durante toda nuestra vida buscamos a otras piezas con las que encajar y formar así algo más completo; pero no siempre es fácil encontrarlas.

El símil me gustó, pero yo defendería más bien que, en todo caso, somos como piezas de puzzle impermanentes, a las cuales un día se les rompe una esquina o se les forma un nuevo apéndice. Como consecuencia, dejamos de encajar con alguna de las piezas colindantes, y de nuevo nos ponemos a buscar entre las otras con la esperanza de encontrar alguna que se adapte a nuestra nueva fisonomía.

Yo soy una persona a la que se le rompen esquinas o le salen nuevos apéndices bastante frecuentemente. ¿Significa eso que mi vida se va a basar en una constante búsqueda de nuevas piezas con las que encajar? Se me ocurren dos posibles soluciones a este problema:

1. Encontrar una pieza tan cambiante como la que aquí y ahora te está hablando.
2. Aceptar el hecho de que jamás encajaré completamente con alguien, y limitarme a disfrutar de las conexiones parciales que se me presentan en los diferentes mosaicos de la vida.

La primera solución nos aporta un problema, puesto que el hecho de hallar a una persona cambiante no implica que sus cambios se vayan a adaptar a los tuyos, o viceversa. Eso nos lleva a la solución número 2.

Quizás a la mayoría de la gente les asuste pensar que nunca vaya a encajar completamente con alguien; y con esto no me refiero tan sólo a una relación de pareja. El no poder compartir las cosas con una persona que las vea de igual manera que tú puede aportar inseguridad a algunos pero, realmente, ¿se puede encajar perfectamente una pieza con otra y que la unión no resulte, a largo plazo, excesivamente aburrida y monótona?

No conozco la respuesta a esa pregunta pero, la verdad, tampoco me apetece descubrirla.

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