miércoles, 8 de agosto de 2007

Nostalgia

Anoche, mientras miraba la calle a través de los cristales mojados por la lluvia, me acordé de ti.

Me acordé de aquella tarde, no hace mucho tiempo, en la que nos pilló la lluvia y, riendo y cogidos de la mano, salimos corriendo y nos metimos en un portal a esperar a que parara... Y de cómo besaste las gotas de agua que resbalaban por mi cara, y mis labios mojados, y como en tan sólo unos segundos todas aquellas risas se transformaron en una pasión que ninguno de los dos podíamos (o queríamos) controlar, y que dejábamos rezumar por cada poro de nuestra piel; piel que ansiaba fundirse eternamente en el placer...

Me acordé de tus ojos color miel y de cómo me mirabas, provocándome escalofríos por toda la espina dorsal, por donde tus manos se movían a la vez firme y suavemente siempre que me abrazabas... Y yo te devolvía la mirada, y me sumergía en la inmensidad de aquellos ojos que transmitían todo un universo de sensaciones, y creía volverme loca, y pensaba que nunca podría dejar de mirar aquellos ojos y que, si existía el paraíso, yo ya había encontrado el mío...

Me acordé de aquellas noches en las que, tumbados en un parque cualquiera y bajo un manto de estrellas, hablábamos de las personas, del universo, de la muerte, o simplemente de lo que habíamos hecho aquella tarde... Y al final, nos quedábamos callados, escrutando el cielo en busca de estrellas fugaces, y acurrucados el uno contra el otro, con el único movimiento de nuestros pechos al respirar, y de nuestras manos al acariciarse...

Anoche, mientras las lágrimas brotaban de mis ojos entrecerrados, me acordé de ti... Y decidí volver a olvidarte.

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