Hace bastante tiempo, hablaba con un amigo sobre diferentes formas de evadirse de la realidad, de todo lo que nos rodea; de colocarse, vamos. Él me decía que llevaba tiempo buscando algún tipo de sustancia que le ayudara a conseguirlo sin provocar ningún tipo de degeneración neurológica a largo plazo, y yo le decía que, a parte de las drogas más conocidas que, al parecer, sí que producen, conocía algunos fármacos que actuaban como psicotrópicos, pero que no estaba segura de que alguno de ellos no acabase produciendo alteraciones irreversibles. Continuamos en esa dirección durante un tiempo, y ambos comentamos lo genial que sería poder hacerlo; algo así como soñar despierto, pero en versión mejorada. Muy habitualmente, las conversaciones que mantenía con mi amigo eran dadas a dejarse llevar por los senderos de la imaginación...
Así que imaginamos eso mismo: a nosotros mismos evadiéndonos; saliendo de nuestras respectivas cabezas para volar entre las nubes que vagan sin rumbo por la inmensidad del cielo. Sintiendo como el aire formaba pequeñas gotas de agua al contacto con nuestra piel; temblando de frío pero sintiendo la adrenalina recorrer nuestro cuerpo... O quizás no era adrenalina, sino algo parecido a la libertad.
Eran sólo quimeras, pero eran quimeras que nos hacían algo más soportable la existencia en este mundo al que muchas veces pensábamos que era mejor no haber llegado. Seguramente, él siga con su búsqueda, pero yo me he dado cuenta de que hacía algún tiempo que conocía la respuesta.
Hace tan sólo unos minutos que lo he recordado, y me sorprende haber tardado tanto tiempo. Debe de ser porque hoy hace exactamente un año que decidí borrar de mi memoria todo aquello que tuviera relación contigo, aunque sin demasiado éxito, como puedes comprobar.
Es por eso que ahora mismo trato de evadirme, de no pensar en ti... Escuchando esa canción que tanto nos gustaba.
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