Pasamos parte de la noche en una fiesta en casa de unos conocidos de mi amiga. Las primeras horas estuvieron dedicadas casi en exclusiva a comentar la Predicción de Año Nuevo, en las que cada uno explicaba su experiencia y la comparaba con las de los años anteriores. Al parecer, allí era de lo más normal del mundo el tirarte a un desconocido los primeros minutos del año, sin importar si tenías pareja o la persona que te hubiera tocado fuera un viejo decrépito. La cuestión era comenzar el año con la mejor emoción posible, el orgasmo, y esperar a que el resto del año continuara en esa línea.
Cuando me tocó mi turno, tuve que inventarme unos cuantos detalles para dar verosimilitud a mi historia, que mi amiga iba traduciendo para sus amigos. A pesar de la extraña situación, en aquel momento me sentí más aislada que nunca, y no precisamente por el idioma. Deseaba fervientemente haberme abalanzado sobre algún desconocido y empezar el año de esa forma tan poco común. Y no sólo por la historia de la predicción o por no tener que mentirle a toda aquella gente, sino porque a aquellas alturas de la noche, y después de todo aquel halo de sexualidad que me había rodeado desde que había llegado a aquel lugar, deseaba hacerlo. Estaba loca por hacerlo.
Así que ése fue mi propósito para aquella noche de año nuevo: follarme a alguien. Mi nueva determinación me hizo mirar a los hombres de una forma diferente y aquello no pasó desapercibido para mi amiga. De hecho, parecía mostrarse encantada con la idea. Pero cuando le señalé a un hombre que me pareció particularmente atractivo, la expresión de su cara cambió de repente y me dijo que con él era imposible porque era un padre. Yo no entendí que quería decir con eso de que era un padre, porque además lo dijo como si fuera Padre y no padre, y eso me inquietó un poco. Estaba a punto de preguntarle sobre ello cuando noté que alguien me daba unos golpecitos en el hombro y ella puso cara de terror y se marchó, no sin antes susurrarme la palabra: ¡huye!
Me giré totalmente perpleja y allí estaba él, el Padre, sonriéndome con una dentadura perfectamente blanca y alineada. Cuando comprobó que no conocía el idioma pasó al inglés, y estuvimos conversando un rato sobre mi estancia en aquel lugar. Mientras más hablaba con él, más confundida me sentía con respecto a mi amiga, pues parecía un hombre muy divertido y simpático. Tan cómoda me sentía que cuando me sugirió que por qué no íbamos a su casa, me pareció una gran idea. Mis hormonas empezaron a dar tales saltos de alegría que, cuando busqué a mi amiga con la mirada y no la vi, decidí pasar de ella y llamarla más tarde.
Mientras salíamos, noté que todos los ojos femeninos se posaban en nosotros y me sentí agradablemente envidiada. Aquello no hizo más que exaltar mi ánimo ya suficientemente entusiasta, y me costó sudor y esfuerzo no bajarle la bragueta en aquel mismo instante y montar allí mi particular Predicción de Año Nuevo.
Cuando me tocó mi turno, tuve que inventarme unos cuantos detalles para dar verosimilitud a mi historia, que mi amiga iba traduciendo para sus amigos. A pesar de la extraña situación, en aquel momento me sentí más aislada que nunca, y no precisamente por el idioma. Deseaba fervientemente haberme abalanzado sobre algún desconocido y empezar el año de esa forma tan poco común. Y no sólo por la historia de la predicción o por no tener que mentirle a toda aquella gente, sino porque a aquellas alturas de la noche, y después de todo aquel halo de sexualidad que me había rodeado desde que había llegado a aquel lugar, deseaba hacerlo. Estaba loca por hacerlo.
Así que ése fue mi propósito para aquella noche de año nuevo: follarme a alguien. Mi nueva determinación me hizo mirar a los hombres de una forma diferente y aquello no pasó desapercibido para mi amiga. De hecho, parecía mostrarse encantada con la idea. Pero cuando le señalé a un hombre que me pareció particularmente atractivo, la expresión de su cara cambió de repente y me dijo que con él era imposible porque era un padre. Yo no entendí que quería decir con eso de que era un padre, porque además lo dijo como si fuera Padre y no padre, y eso me inquietó un poco. Estaba a punto de preguntarle sobre ello cuando noté que alguien me daba unos golpecitos en el hombro y ella puso cara de terror y se marchó, no sin antes susurrarme la palabra: ¡huye!
Me giré totalmente perpleja y allí estaba él, el Padre, sonriéndome con una dentadura perfectamente blanca y alineada. Cuando comprobó que no conocía el idioma pasó al inglés, y estuvimos conversando un rato sobre mi estancia en aquel lugar. Mientras más hablaba con él, más confundida me sentía con respecto a mi amiga, pues parecía un hombre muy divertido y simpático. Tan cómoda me sentía que cuando me sugirió que por qué no íbamos a su casa, me pareció una gran idea. Mis hormonas empezaron a dar tales saltos de alegría que, cuando busqué a mi amiga con la mirada y no la vi, decidí pasar de ella y llamarla más tarde.
Mientras salíamos, noté que todos los ojos femeninos se posaban en nosotros y me sentí agradablemente envidiada. Aquello no hizo más que exaltar mi ánimo ya suficientemente entusiasta, y me costó sudor y esfuerzo no bajarle la bragueta en aquel mismo instante y montar allí mi particular Predicción de Año Nuevo.
3 comentarios:
Siempre me dejas con ganas de más... Me encanta tu relato. Espero con ansia la próxima entrega.
Muchos besos.
jajajajajaa...que bueno!!! menudo descubrimiento!! si que tienes cara, no? pero oye...y al continuación???
Por qué era un padre? y llegó el orgasmo...? por favor...no me dejes a medias, que ya me dejaron a mi a medias en fin de año....
besitos
wo! me has dejado intrigada del todo.
Un Padre?
Madremía!!
Saludos!
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