Y, como decía, Noche Vieja llegó por fin. Mi amiga había decidido que diéramos la bienvenida al nuevo año desde uno de los principales parques de la ciudad, donde habían colocado una pantalla gigante para retransmitir la Cuenta Atrás, que es como se denominaba lo que nosotros simplificamos con eso de las campanadas. Su pareja dijo que no nos acompañaría, pues a él las muchedumbres le agobiaban, y que nos encontraríamos más tarde.
Así que allí estábamos las dos, enfundadas en nuestras mejores galas y encogidas bajo nuestros abrigos, esperando impacientes a que llegara la hora punta. Mientras hacíamos tiempo, hablamos de todo un poco y de nada en particular, y en un momento dado mi amiga me comentó que durante la Cuenta Atrás y los momentos inmediatamente posteriores aquello pasaba a ser un absoluto caos y que no me asustara y me dejara llevar por la euforia general. Yo asentí, imaginándome la típica escena que captan las cámaras de televisión en la Puerta del Sol cada año, pero nada me había preparado para lo que tendría que venir a continuación.
Todo fue normal al principio: desde la enorme pantalla, un atractivo hombre de esmoquin y una bella joven de curvas imposibles empezaron a comentar con alegría la llegada del nuevo año (o eso supuse yo, pues no entendía una sola palabra de lo que decían). Detrás de ellos, un enorme reloj iba contando los segundos que quedaban hasta las 12 en punto, y mi amiga me comentó que las celebraciones empezaban cuando faltaba un minuto exacto. El ruido que hasta hacía unos segundos había reinado en el parque se serenó hasta ser casi un murmullo, mientras la gente miraba expectante las manecillas que marcarían el final del año. Y, entonces, justo cuando marcaban las 23.59, comenzó la odisea.
Tardé un rato en comprender lo que estaba pasando a mi alrededor. De repente, todos se habían abalanzado los unos contra los otros y los empujones y gritos no me dejaban ver nada. Entonces me fijé en que mi amiga no estaba sola, sino que se estaba besando apasionadamente con un hombre que yo no conocía. Unos segundos después, éste le subía el vestido y la alzaba, y ella rodeaba su cintura con las piernas y empezaba a balancearse rítmicamente. Miré a mi alrededor y eso fue lo que vi por todas partes: parejas, tríos e incluso grupos de personas practicando el sexo de manera frenética y descontrolada. Mientras giraba sobre mí misma, estupefacta, y gemidos de todas las clases inundaban mis oídos, vi parejas estrambóticas, posturas semiacrobáticas y todo con un lujo de detalles que mis pupilas habrían preferido obviar. Busqué la pantalla para intentar adivinar por qué estaba pasando todo aquello y comprobé que los presentadores también daban rienda suelta a su lujuria, mientras el reloj seguía marcando el tiempo a sus espaldas.
Observé la escena unos segundos más, embobada, hasta que los presentadores acabaron y comenzaron a brindar mientras se recomponían la ropa y el peinado. La gente en el parque iba acabando también, pues comenzaban a separarse y a desearse feliz año nuevo (que sonaba como trinquin treis, o algo así) como si no hubiera pasado nada. Mi amiga también le deseo feliz año a su hombre, y luego me lo deseó a mi también, mientras me preguntaba que qué tal había sido mi primera experiencia. No recuerdo exactamente qué fue lo que le dije, pero ella lo tomó como que no había estado nada mal y me felicitó, comentando que su primer fin de año era algo que prefería olvidar.
Cuando la gente empezó a dispersarse, nosotras lo hicimos también, pues habíamos quedado con su pareja y unos amigos a unas manzanas de allí. Mientras nos alejábamos comentó que estaba deseando saber qué tal les había ido a ellos pues, según supe más tarde, la tradición decía que los primeros minutos del año pronosticaban la evolución de dicho año, y era algo que la gente se tomaba muy en serio. Según esa tradición, pues, a mí aquel año no me presagiaba nada bueno.
Y, más adelante, pude comprobar que no se equivocaba.
Así que allí estábamos las dos, enfundadas en nuestras mejores galas y encogidas bajo nuestros abrigos, esperando impacientes a que llegara la hora punta. Mientras hacíamos tiempo, hablamos de todo un poco y de nada en particular, y en un momento dado mi amiga me comentó que durante la Cuenta Atrás y los momentos inmediatamente posteriores aquello pasaba a ser un absoluto caos y que no me asustara y me dejara llevar por la euforia general. Yo asentí, imaginándome la típica escena que captan las cámaras de televisión en la Puerta del Sol cada año, pero nada me había preparado para lo que tendría que venir a continuación.
Todo fue normal al principio: desde la enorme pantalla, un atractivo hombre de esmoquin y una bella joven de curvas imposibles empezaron a comentar con alegría la llegada del nuevo año (o eso supuse yo, pues no entendía una sola palabra de lo que decían). Detrás de ellos, un enorme reloj iba contando los segundos que quedaban hasta las 12 en punto, y mi amiga me comentó que las celebraciones empezaban cuando faltaba un minuto exacto. El ruido que hasta hacía unos segundos había reinado en el parque se serenó hasta ser casi un murmullo, mientras la gente miraba expectante las manecillas que marcarían el final del año. Y, entonces, justo cuando marcaban las 23.59, comenzó la odisea.
Tardé un rato en comprender lo que estaba pasando a mi alrededor. De repente, todos se habían abalanzado los unos contra los otros y los empujones y gritos no me dejaban ver nada. Entonces me fijé en que mi amiga no estaba sola, sino que se estaba besando apasionadamente con un hombre que yo no conocía. Unos segundos después, éste le subía el vestido y la alzaba, y ella rodeaba su cintura con las piernas y empezaba a balancearse rítmicamente. Miré a mi alrededor y eso fue lo que vi por todas partes: parejas, tríos e incluso grupos de personas practicando el sexo de manera frenética y descontrolada. Mientras giraba sobre mí misma, estupefacta, y gemidos de todas las clases inundaban mis oídos, vi parejas estrambóticas, posturas semiacrobáticas y todo con un lujo de detalles que mis pupilas habrían preferido obviar. Busqué la pantalla para intentar adivinar por qué estaba pasando todo aquello y comprobé que los presentadores también daban rienda suelta a su lujuria, mientras el reloj seguía marcando el tiempo a sus espaldas.
Observé la escena unos segundos más, embobada, hasta que los presentadores acabaron y comenzaron a brindar mientras se recomponían la ropa y el peinado. La gente en el parque iba acabando también, pues comenzaban a separarse y a desearse feliz año nuevo (que sonaba como trinquin treis, o algo así) como si no hubiera pasado nada. Mi amiga también le deseo feliz año a su hombre, y luego me lo deseó a mi también, mientras me preguntaba que qué tal había sido mi primera experiencia. No recuerdo exactamente qué fue lo que le dije, pero ella lo tomó como que no había estado nada mal y me felicitó, comentando que su primer fin de año era algo que prefería olvidar.
Cuando la gente empezó a dispersarse, nosotras lo hicimos también, pues habíamos quedado con su pareja y unos amigos a unas manzanas de allí. Mientras nos alejábamos comentó que estaba deseando saber qué tal les había ido a ellos pues, según supe más tarde, la tradición decía que los primeros minutos del año pronosticaban la evolución de dicho año, y era algo que la gente se tomaba muy en serio. Según esa tradición, pues, a mí aquel año no me presagiaba nada bueno.
Y, más adelante, pude comprobar que no se equivocaba.
4 comentarios:
Hola, he llegado de casualidad a este blog y tengo que felicitarte por tu escritura: ¡es fantástica!
Este relato en concreto me ha tenido expectante palabra a palabra. !Te seguiré de cerca!
Saludos y... ¡Feliz 2009!
Hola, Feliz 2009 lo primero. Te he encontrado a través del blog de mi amiga Mala Lua y sí, te doy la enhorabuena porque, como bien te dice ella, escribes de maravilla. Estoy impaciente por la siguiente entrega de tu historia :o)
¡Saludos!
Buenísimo tronca! Pero...dónde coño está ese paraiso??? que quiero ir el año que viene...y contigo!! jajaja
Gracias por los comentarios, Merrick y Elisa.
Y no te preocupes, Elisa, que si encuentro un país así te aviso y cogemos el primer vuelo para allá (al menos para pasar fin de año!) ;)
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