miércoles, 14 de enero de 2009

Boom


Boom! - System Of A Down


La amenaza de bomba atómica despertó nuestras mentes aletargadas por la rutina diaria. Estábamos inmersos en uno de los inviernos más fríos de los últimos años, y las multitudes que por estas fechas solían aglomerarse en tiendas y centros comerciales para dar rienda suelta a su lujuria consumista habían desaparecido de las calles.

Los más ágiles y afortunados, es decir, los que habían encontrado un billete de avión cuyo piloto no estuviera en huelga, habían huido hasta la otra punta del mundo escapando de la amenaza de radiactividad. Los más ilusos se atrincheraban en sus casas tapiadas con una reserva de comida envasada y enlatada, confiando en que allí estarían seguros. Los más escépticos pensaban que aquello tan sólo era un rumor propagado por El Corte Inglés para poder aumentar los precios de los productos de primera necesidad sin que la gente pudiera evitarlo, pero abandonaban la ciudad, sólo por si acaso. De los dirigentes del país y aquellos que debían permanecer en él para proteger a sus habitantes nadie sabía su paradero.

Heliodoro y Ramona no estaban en ninguno de estos casos.

Heliodoro y Ramona eran una pareja extraña en varios sentidos. Vivían en una vieja fábrica abandonada de las afueras de la ciudad y sus ingresos eran algo irregulares, aunque nunca les faltaba de nada. Heliodoro seducía a adolescentes de clases más privilegiadas para luego robarles la virginidad y las tarjetas de crédito. Ramona seducía a viejos ricachones para luego robarles la dentadura y el plan de pensiones. Después introducía las dentaduras en pequeños botes de cristal esmerilado que jugaban con la luz y creaban una atmósfera de lo más acogedora en las distintas estancias de su hogar.

Pero, como decía, Heliodoro y Ramona escucharon la amenaza de bomba atómica por la radio, y la noticia levantó en ellos un cierto interés. Pero no por la muerte, la destrucción o el pánico generado, sino porque las amenazas de bomba les ahuyentaban a la clientela. Inquietos por las vicisitudes de su destino, se preguntaron qué es lo que debían hacer a continuación. Heliodoro opinaba que debían aprovechar aquella maravillosa oportunidad y permitirse el lujo de unas pequeñas vacaciones. Ramona, en cambio, lo vio como una señal divina que decía que, después de todos aquellos años de sudor y esfuerzo para ganarse el pan, aquel era el momento idóneo para formar una familia. Heliodoro, en un principio, pareció horrorizado con la escalofriante idea de tener un mocoso llorón en casa, pero el repentino instinto maternal de Ramona – así como su inmejorable destreza en las artes amatorias – pronto le hicieron cambiar de opinión.

Y así es como, unos meses después, Heliodoro y Ramona fueron padres de un precioso niño de tres ojos, siete dedos en cada mano y tres en cada pie y una pequeña y graciosa colita puntiaguda. Y como querían que su pequeño creciera en un ambiente multicultural, decidieron ponerle el bonito nombre de Hiroshima.

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Son otras guerras pero, al fin y al cabo, son todas iguales.

2 comentarios:

Edito-e dijo...

Fantástico! Bien ambientado y muy original..enhorabuena!

Ylka Tapia (Malalua) dijo...

Jajaja, ¡si es que no hay nada como ser padres de una criatura tan especial!

Como siempre, fantástica, la ciencia ficción la manejas como quieres.

Besos.