Toca las pequeñas gotas de sudor que cubren tu frente y siente como el aire asfixiante parece obstruir cada uno de tus poros. Percibe la luz del sol entrar por tus pupilas mióticas para luego cerrar los ojos y ver soles ocupando cada rincón de tu cabeza. Siéntate en algún lugar sin ninguna sombra que te ampare y resiste hasta que la deshidratación, la migraña o la insolación puedan contigo.
Es el verano, maravillosa estación de la que todos hablan y adoran. Esa que cada año se intensifica un poco más, y que algún día nos hará desaparecer de la faz de la Tierra.
Pero espera, sigue leyendo; no todo acaba aquí. Asómate a la ventana, mira a tu alrededor, escucha atentamente. ¿Qué ves? ¿Qué oyes? La masa borreguera ya no está: ha dejado la ciudad para simular en algún otro lugar que su vida es menos patética de lo que parece. En unos días, todos los Antonios y las Juanis del barrio volverán, quizás más descansados o tal vez deseando huir de aquellos miembros de la familia a los que han tenido que soportar durante los escasos días de su efímera escapada. Tal vez planeando asesinarlos a todos con un cuchillo de cocina y así poder relajarse verdaderamente los pocos días de vacaciones que les quedan. Antes de sumirse en la depresión post-vacacional que todo el mundo acostumbra a representar, más o menos convincentemente, por estas fechas.
Y tú, ¿a qué esperas? ¿Qué haces todavía ahí? Tienes toda la ciudad para ti solo durante unas preciosas horas… ¿Vas a quedarte ahí sentado? Corre, aún estás a tiempo. Entra en el primer bar que veas abierto y gástate el dinero del préstamo para irte de vacaciones en una buena borrachera. A partir de ahí, y si aún te mantienes en pie, ármate con tu bate de béisbol favorito y golpea coches, escaparates o a cualquier pirado que se ponga en tu camino. Incendia contenedores, autobuses o gasolineras. No dejes ni una sola farola intacta en tres quilómetros a la redonda.
Y cuando hayas jodido todo lo que haya a tu alrededor, compra una pistola y pégate un tiro en la boca. Habrás conseguido huir de la espantosa vida que te espera de manera rápida e indolora, y hasta puede que consigas (al menos, por unos instantes) que los Antonios y las Juanis de este mundo piensen en algo más que en sus tristes e injustas vidas. Con un poco de suerte, hasta logres salir en la tele. ¿Qué plan mejor puedes tener para estas vacaciones?
Es el verano, maravillosa estación de la que todos hablan y adoran. Esa que cada año se intensifica un poco más, y que algún día nos hará desaparecer de la faz de la Tierra.
Pero espera, sigue leyendo; no todo acaba aquí. Asómate a la ventana, mira a tu alrededor, escucha atentamente. ¿Qué ves? ¿Qué oyes? La masa borreguera ya no está: ha dejado la ciudad para simular en algún otro lugar que su vida es menos patética de lo que parece. En unos días, todos los Antonios y las Juanis del barrio volverán, quizás más descansados o tal vez deseando huir de aquellos miembros de la familia a los que han tenido que soportar durante los escasos días de su efímera escapada. Tal vez planeando asesinarlos a todos con un cuchillo de cocina y así poder relajarse verdaderamente los pocos días de vacaciones que les quedan. Antes de sumirse en la depresión post-vacacional que todo el mundo acostumbra a representar, más o menos convincentemente, por estas fechas.
Y tú, ¿a qué esperas? ¿Qué haces todavía ahí? Tienes toda la ciudad para ti solo durante unas preciosas horas… ¿Vas a quedarte ahí sentado? Corre, aún estás a tiempo. Entra en el primer bar que veas abierto y gástate el dinero del préstamo para irte de vacaciones en una buena borrachera. A partir de ahí, y si aún te mantienes en pie, ármate con tu bate de béisbol favorito y golpea coches, escaparates o a cualquier pirado que se ponga en tu camino. Incendia contenedores, autobuses o gasolineras. No dejes ni una sola farola intacta en tres quilómetros a la redonda.
Y cuando hayas jodido todo lo que haya a tu alrededor, compra una pistola y pégate un tiro en la boca. Habrás conseguido huir de la espantosa vida que te espera de manera rápida e indolora, y hasta puede que consigas (al menos, por unos instantes) que los Antonios y las Juanis de este mundo piensen en algo más que en sus tristes e injustas vidas. Con un poco de suerte, hasta logres salir en la tele. ¿Qué plan mejor puedes tener para estas vacaciones?
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